sábado, 10 de octubre de 2015

Ensayo: Consecuencias sociales y culturales de un fenómeno natural




INTRODUCCIÓN. CONSECUENCIAS SOCIALES Y CULTURALES DEL TERREMOTO DE 1985  

Desarrollo. Vale la pena reflexionar, sobre todo muchos que no lo vivieron o éramos demasiados pequeños para entender la dimensión de la tragedia que embargaba a nuestra Ciudad de México. Los movimientos oscilatorios de desplazamiento y la trepidación generada por el terremoto provocaron el colapso de cientos de edificaciones, es impactante observar los destrozos, los esfuerzos de los voluntarios, de las organizaciones internacionales, de los bomberos de otros países, de los damnificados, y su vida paralela a toda la tragedia, de la solidaridad de los mexicanos, de los esfuerzos por sobrellevar las perdidas y los muertos. Lo que tienen en común es que todos vivieron una experiencia traumática la mañana del 19 de septiembre de 1985, cuando un terremoto de 8.1 grados Richter sacudió a la Ciudad de México y provocó una cifra de víctimas fatales calculada entre 6,000 y 7,000 personas. Sin embargo, años después con la apertura de información de varias fuentes gubernamentales, el registro aproximado se calculó en 10,000 muertos. Nunca se ha sabido el número exacto de víctimas debido a la censura impuesta por el gobierno de Miguel de la Madrid. Los mejores espacios más seguros durante un terremoto son los abiertos, sin estructuras altas ni árboles alrededor que puedan desplomarse. De estar en un lugar cerrado, junto (no abajo) a un mueble grande, pesado y tan robusto como sea posible. La única recomendación posible es tratar de no entrar en pánico, y no sumarse a estampidas que son iguales o más peligrosos que el sismo mismo. Recuerden que la duración del sismo es del orden de segundos a unos pocos minutos. Si se permanece calmo en ese tiempo, las largas horas posteriores ofrecen mejores oportunidades. Ese México que era, ya se ha trascendido en muchas áreas, estoy segura que para nuestro bien. Sin embargo, lejos estamos de la información y las medidas preventivas necesarias, pero hay motivos para valorar lo alcanzado; tal como Humberto Estrada, entonces un joven de 16 años de edad, inició su carrera de rescatista a raíz de la tragedia. “Gigo”, como se le conoce en el grupo de rescatistas de los “topos”, comenta que su primera experiencia fue con la caída de un edificio en la calle de Zarco, en la colonia Guerrero, con dos niños —sus sobrinos—  atrapados en su casa. “A raíz del terremoto de 1985 se colapsa mi vecindad, quedan atrapados mis sobrinos, hago el primer rescate de dos personas con vida, que eran niños, y de ahí sigo mi carrera de rescatista”, cuenta.
Referencias

Fuente electrónica, José Roberto Cisneros Duarte, 19 de Septiembre del 2015, www.cnnmexico.com
Fuente electrónica, Graciela, 12 de septiembre del 2011, www.locosporlageologia.com.ar
Fuente electrónica, www.tembloresenmexico.com
Fuente electrónica, Mari Luz Peinado. 22 de marzo del 2012, www.internacional.elpais.com


viernes, 25 de septiembre de 2015

TERREMOTO MÉXICO 1985





AFECTACIONES
Este fenómeno sismológico se suscitó a las 7.19 con un registro máximo de 8,1 grados en la escala de Richter, cuya duración aproximada fue de poco más de 2 minutos. Repentinamente incrementó su intensidad a un movimiento oscilatorio con una duración aproximada de 2 minutos. Fue en las colonias Tlatelolco, Centro, Doctores, Roma y Obrera donde se presentó el mayor nivel de afección.  

Al siguiente día (20 de septiembre) a las 19.38 una réplica de menor intensidad con una magnitud de 7,9 grados en la escala de Richter vuelve a estremecer a la ciudad. 
Las pérdidas materiales se calcularon en 4 mil millones de dólares, en infraestructura, vivienda y servicios públicos que paralizaron la ciudad. 30 mil estructuras fueron destruidas en su totalidad y 68 mil resultaron con daños parciales. La Torre Latinoamericana y la Torre Ejecutiva Pemex fueron casos excepcionales de ingeniería, pues no sufrieron daños. Seis meses después más de 152 edificios en toda la ciudad fueron demolidos.
ACCIONES INMEDIATAS
De inmediato la población civil se organizó improvisando estaciones de auxilio y la gente que podía donaba artículos y contribuía como le fue posible al esfuerzo de recuperación; esto incluyó mover piedras a mano, regalar linternas, cascos de protección, etcétera. Automóviles civiles se tornaron en vehículos de auxilio. Líneas de personas movían medicamentos para ser inspeccionados para después ser suministrados. Las primeras acciones organizadas fueron realizadas por los grupos scouts de las localidades afectadas, mismas que fueron sostenidas durante varios meses con la atención de damnificados; Cruces dibujadas con un color rojo sobre papel eran suficientes para identificar personal o locales de auxilio.
La UNAM, a pesar de no haberse visto afectada directamente, cerró sus puertas una semana suspendiendo clases para que los universitarios que así lo desearan pudieran integrase a las brigadas de rescate y ayuda.

Más de un millón de personas se quedaron sin luz y a los tres días del suceso sólo se había restablecido el 38 por ciento del servicio. El Sistema de Transporte Colectivo Metro quedó afectado en 32 estaciones. La mayoría reanudó el servicio en los días subsecuentes, sin embargo la estación Isabel la Católica no lo hizo sino hasta el 4 de noviembre de ese año.

El servicio de autobuses de la antigua "Ruta 100" operó gratuitamente en el tiempo de recuperación de la ciudad, al igual que el servicio de telefonía pública de la entonces empresa estatal Telmex. Las alertas de sanidad se dispararon, siendo una de las más trascendentes la presencia de sangre (proveniente de las víctimas del sismo) en muestras del agua potable en toda la red de la ciudad.

El estadio de béisbol del Seguro Social se usó para acomodar y reconocer cadáveres. Se utilizaba hielo para retrasar la descomposición de los cuerpos. Más de 4 mil personas fueron rescatadas con vida de los escombros y hubo gente que fue rescatada hasta diez días después de ocurrido el primer sismo.

Del Hospital Juárez, Hospital General y Centro Médico Nacional se rescataron a poco más de 2 mil personas. De entre los escombros del Hospital Juárez, tres recién nacidos (dos niñas y un niño) fueron sacados siete días después del terremoto. A esos bebés se les llegó a conocer como "Los Bebés del Milagro" o "El Milagro del Hospital Juárez".

Se crea el grupo de rescate "Brigada de Rescate Topos Tlatelolco", que actualmente ha auxiliado a la población que sufrió el Terremoto del Océano Índico de 2004 y el Terremoto de Haití de 2010.

Además de los daños causados y las pérdidas humanas, el sismo del 85 ha sido catalogado como la peor tragedia en la Ciudad de México, por su magnitud de 8.1 grados en escala de Richter. La energía que desprendió el sismo fue equivalente a mil 114 bombas atómicas de 20 kilotones cada una. Tuvo una duración de más de dos minutos, superando en intensidad y en daños al terremoto registrado el 28 de julio de 1957 también en la Ciudad de México.





ORÍGENES DEL DESASTRE



Todos los edificios colapsados presentaban estructuras inadecuadas para terrenos arcillosos, principalmente a causa de la corrupción y la mala planeación, pues la mayoría de los edificios colapsados eran de reciente construcción, la negligencia del gobierno fue el principal culpable del enorme número de muertos, mientras que estructuras muy antiguas y adecuadas al tipo del terreno arcilloso soportaron el sismo.

A pesar de que los peritajes mostraron que la mayoría de los edificios caídos tenían especificaciones inferiores a las exigidas en los contratos, nadie fue declarado culpable. Particularmente grave fue el caso de la constructora estatal encargada de la construcción de escuelas, cuyos directivos quedaron impunes, pese al número elevado de escuelas primarias destruidas y escolares que resultaron muertos.

Fue notoria la ausencia de una respuesta inmediata y coordinada de parte del gobierno de Miguel de la Madrid. El propio presidente demoró tres días en dirigirse a la nación y tomó otro tanto en comprender la magnitud de la desgracia. Debido a la ausencia y demora de acción por parte del gobierno federal, la población civil tomó en sus manos las labores de rescate. Eso implicó la auto-organización de brigadas, reforzadas especialmente por estudiantes de las carreras de medicina, ingeniería y ciencias, principalmente.

Fue notable también el hecho de que la policía y el ejército demoraron en hacer presencia y su labor inicial se limitó a "resguardar" los edificios destruidos.